La negativa de aceptar la disolución de su matrimonio terminó en un acto de violencia extrema, que por poco termina con la vida de una mujer de 65 años y su hija en estado de gestación. El varón, originario del área rural de La Paz, dinamitó la tienda de su exesposa, quien se mudó a Santa Cruz, junto a una de sus hijas, para iniciar una nueva vida.
El pasado martes, en la zona Virgen de Luján de la capital cruceña, se escuchó un estruendo que alarmó a todos los vecinos. Se trataba de la detonación de una dinamita en la tienda de abarrotes de doña Teófila Sarsuri, de 67 años, quien había llegado a Santa Cruz junto a una de sus hijas, de las nueve que tiene con su expareja, con la intención de frenar la violencia de su exmarido.
La hija mayor había decidido trasladarse, junto a ambos padres, para tratar de ver un cambio en el comportamiento agresivo del sujeto; sin embargo, éste no se adaptó y tuvo que volver a su comunidad en el altiplano.
“Acá no era lo mismo que el campo; si ocurría otra vez, iba ser más fácil denunciarlo en la Policía”, declaró Natalia Calisaya, hija de la pareja, al matutino El Deber. El agresor, Tomás Calisaya, retornó tras cuatro meses y fue visto un día antes merodeando la casa de sus familiares a quienes ya había amenazado con “hacer volar con dinamita”.
Por las amenazas, tanto Teófila como Natalia decidieron ir a pasar la noche a casa de otro familiar. Esa decisión de última hora evitó un trágico desenlace.
La dinamita destrozó el pequeño cuarto, los abarrotes y muebles, además de provocar un pequeño incendio que fue controlado por los vecinos.
“Todo lo hemos perdido, no tenemos nada. Mi madre invirtió hasta con su bono, todos le hemos ayudado, pero ahora no tenemos nada”, lamentó la hija. Tomás Calisaya se dio a la fuga y otro de los hijos de la pareja, que radica hace un par de años en la capital cruceña, presentó la denuncia ante la Policía.
Sin embargo, los efectivos le pidieron dinero para poder buscar a su padre. “Le dijeron que sin plata no harían nada”, reclamó Natalia, quien se encuentra embarazada y está a cargo de su madre.
El ataque perpetrado por la expareja podría catalogarse como una tentativa de feminicidio y pudo haber terminado en una triple desgracia, la muerte de ambas mujeres, además del bebé en gestación. Los casos de feminicidios en Bolivia hasta septiembre llegaron a 65, siendo el promedio anual entre 90 y 110.